El mexicano es la historia de Felipe Rivera, un tipo frío y seco, solidario con la Revolución Mexicana y quien, para reunir fondos con los cuales alimentar el fuego de la lucha armada, se vuelve boxeador, impulsando sus puños con la idea de respaldar a un movimiento que requiere de fondos constantemente.
A pesar de esa motivación del protagonista, la historia no resulta romántica, sino auténticamente personal: el pugilista asume la guerra por un interés prácticamente individual, en el que se desvanecen el resto de personajes y situaciones: en primera instancia, la figura del joven de menos de dieciocho años es vista con recelo por la junta revolucionaria a la que se suma, y durante la trama el personaje no tiene ningún interés en quitarle de la cabeza la desconfianza que provoca. Felipe asume la lucha revolucionaria como propia y, si para ello debe trapear suelos, malvivir y molerse con los puños, así lo hará pues, espeta, “Yo trabajo por la revolución”.
Su silencio y discreción lo vuelven, a ojos de la junta, el peor enemigo de Porfirio Díaz. Felipe no grita arengas, no demuestra entusiasmos exagerados; simplemente sale a la calle a ganarse la vida y regresa con el dinero necesario para que la guerra siga adelante.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.